Los coches, además de tener la capacidad de
llevarnos de un lugar a otro, deben de tener otras propiedades ocultas. Si dos viandantes
se tropiezan a la entrada de un edificio es muy probable que ambos se pidan
disculpas al unísono, pero si un incidente similar está a punto de producirse
entre dos vehículos, puede que alguno salga con exabruptos o incluso conatos de
violencia. Dicen que, al sentirse a cubierto, muchos sacan a pasear una pequeña
bestia indomable que llevan dentro, un Mr.
Hyde que los induce a hacer lo inimaginable. Ni que decir tiene que esta es
una teoría peregrina que no se sostiene y que aquí lo que falla, como casi
siempre, es el factor humano.
Esperanza Aguirre parece que
tuvo el jueves uno de esos ataques que le entran a algunos cuando están
manejando un volante: la contrariedad de recibir una multa por mal
estacionamiento no se la tomó a bien una persona que lleva mucho tiempo en
coche oficial y con todas las autoridades y agentes de la ley haciéndole
saludos a su paso. No me ensañaré con el caso concreto de quien todavía preside
el PP de Madrid, porque a algunos no nos gusta nada hacer leña del árbol caído,
pero sí que podríamos aprovechar la ocasión para aconsejar una serie de
virtudes muy necesarias en quienes son personajes públicos y a los que se les
supone cierta autoridad moral: la humildad nunca viene mal, la prepotencia no
va a ninguna parte, reconocer los errores dignifica y no debilita, la altanería
no sirve para nada y tener buen carácter puede ser más eficaz e inteligente que
cualquier ademán autoritario.
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 7 de abril de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario