Van
pasando los años y llegan días como el de hoy al calendario, que para
muchos serán de infausto recuerdo y para otros de celebración. Imaginar
una sociedad en la que los hombres y mujeres fueran iguales, con
escuelas para todo el mundo y donde la cuna no te escribiera la
biografía, constituyó un desafío para la generación de nuestras abuelas.
Todo acabaría trágicamente y no hace falta que le volvamos a contar el
infierno de la guerra y lo que vino después. Este, sin embargo, sí
podría ser un día para rendir homenaje a las que intentaron que aquel
abril floreciera. Quienes hayan visto el documental titulado Las Maestras de la República
habrán podido acercarse a unas mujeres que iniciaron la hermosa tarea
de una educación mixta, laica y democrática. Unas acabarían con sus
huesos en la cárcel, otras fueron olvidadas durante décadas y a ninguna
se la ha tenido en cuenta al repasar la Historia. Impresiona saber que
sus figuras no han recibido los honores que merecían mientras que
cientos de varones sanguinarios presiden plazas a pie o a caballo.
En
un tiempo en el que la letra entraba con sangre, fueron ellas que
llevaron a las aulas la pedagogía, para desterrar unas palmetas que poco
después volverían a reinar cuarenta años. Recordar no es suficiente:
hace falta algo más, un reconocimiento unánime a quienes llenaron de
primavera las escuelas. Ojalá que cada 14 de abril pueda llegar a ser
visto con la objetividad que merece, sin olvidar que muchos de los
derechos que hoy disfrutan todas las mujeres no habrían sido posibles
sin la entrega apasionada por un mundo libre y justo de aquellas
maestras.
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 14 de abril de 2014.
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