12 mayo, 2014

Mociones y censuras

Todo sistema parlamentario que se precie tiene mecanismos para reprobar a sus gobernantes. En algunos países como Portugal son muy frecuentes, no necesitan ni siquiera presentar candidato alternativo y basta con juntar a 116 diputados para forzar la dimisión del ejecutivo. En España las mociones de censura han sido tan poco utilizadas que cuando surge una parece que se cae el mundo. Nos pasa por no tener memoria, porque no siempre el que la pierde numéricamente sale victorioso y al contrario. A Suárez le presentó una Felipe González en 1980 y no la ganó entonces, pero empezó a labrar su victoria de 1982. Hernández Mancha, en cambio, presentó una nueve meses después de las elecciones de junio de 1986 y fueron el inicio de su ocaso.

En los últimos días se han escuchado muchas declaraciones de alto voltaje: que si la intención es otra, que si el daño que se está haciendo, que si no nos han avisado y un largo etcétera. Y a lo mejor todo es tan simple como escuchar el miércoles al candidato, valorar si son ciertas las razones por las que censura y, sobre todo, calibrar si su alternativa merece ser respaldada porque aporta soluciones creíbles a cada problema planteado.

Si te dan jaque en el ajedrez no hay que perder la calma sino pensar la respuesta, pues en ocasiones las blancas dan jaque pero reciben mate en las tres jugadas siguientes. Esperemos que el miércoles haya muchos contenidos sobre la mesa, propuestas y argumentaciones serias, críticas consistentes y poca parafernalia teatral. Quedémonos con lo positivo de las mociones, que las censuras tienen muy mala fama.

Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 12 de mayo de 2014.

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