Hoy, 14 de agosto, en la ciudad desde la que escribo recordamos el día más duro de su historia contemporánea, cuando la cruel guerra se llevó por delante en un día de verano a miles de ciudadanos que pensaban diferentes de un tal Yagüe. Antes de entrar en el Museo del Prado por vez primera, me acerqué al Cason del Buen Retiro, el lugar en el que se expuso por primera vez en España la obra de Picasso que más tinta hizo correr durante la llamada transición. Tras un cristal blindado, como esos que había en los bancos, pudimos ver la expresión de la tragedia plasmada por Picasso tras el bombardeo de Guernika por los aviones nazis. Compré en el Rastro una lámina que estuvo en mi habitación de estudiante durante muchos años. La conservo, aunque tiene en las esquinas las marcas de óxido de tantas chinchetas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Historias de Loach y Laverty
Hay cine para todos los gustos. Algunos disfrutan de lo lindo con la ciencia ficción y los efectos especiales, mientras que otros nos decant...
-
Desde hace unos meses hay en la barandilla del puente de la Universidad de Badajoz unas flores que nos recuerdan un trágico accidente. Quien...
-
Cuando se ha conocido la carta de despedida de Claudia, la chica de Gijón que con 20 años decidió quitarse la vida tras ser ...
-
A primera hora del lunes encontré una imagen en internet. Era una viñeta en la que un varón llega a casa anunciando que ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario