Ya
no recuerdo exactamente cuántos años hace que veo una grúa azul al asomarme a
la ventana. No sé si fue en 2009 o quizá ya en 2010. Es como un elemento
extraño que rompe la línea del cielo de la ciudad en la que vivo, aunque no me impide
ver ni la torre de la catedral ni la alcazaba. Durante las ciclogénesis
explosivas de los últimos años (algo que no teníamos cuando éramos pequeños),
hemos pasado un poco de miedo al verla balancearse con sus hierros y piedras de
hormigón a escasos metros de los habitados tejados vecinos. La grúa está
abandonada, como el edificio a medio construir en el que se ubica. Ignoramos si
la van a quitar algún día y si cumple con todas las revisiones pertinentes que
eviten una desgracia. Hoy acaba 2014, me asomo a la ventana y cuento un año más
frente a la grúa azul, que se me ha convertido en un símbolo de ese tiempo en
el que todo el mundo iba a tener muchas casas que revender a otros para
hacernos todos millonarios.
Estos
últimos años podrían pasar como un tiempo triste, con mucha gente desempleada,
comedores sociales llenos, estómagos vacíos en las escuelas y frío en las casas
durante el invierno. Ya sabemos que no son todos los que están en esta
situación, pero son más de los que nos podemos permitir. Basta acercarse a los
voluntarios de organizaciones de caridad para que te desgranen los dramas que
vive la gente a nuestro lado. Aunque también podríamos darle la vueltas a las
cosas y pensar que ante tanta adversidad ha surgido la solidaridad, la
movilización y la lucha por un mundo más justo:
en varias catedrales e iglesias de España hay en estos momentos grupos
de personas reclamando que se haga efectivo el derecho a poder subsistir. No es
mucho lo que piden, es simplemente lo que se supone que deberían garantizar los
Derechos Humanos.
2015
nos llega mañana y parece que puede traer grandes novedades. En Grecia, por
ejemplo, todo se ha precipitado rápidamente, han convocado a la población a las
urnas para el mes que viene, y desde el FMI, la UE y el ministerio de finanzas alemán
llevan horas advirtiendo a la machacada población griega que ni se le ocurra
tomar decisión alguna en contra del deseo de los mercados. Así que a la cuna de
la democracia quieren convertirla también en la tumba, el lugar donde el
chantaje mafioso a una población
humillada y desesperada les impida incluso probar algo diferente a lo ya sufrido.
Cuando visité la Acrópolis hace unos años vi un montón de grúas paradas y casi
oxidadas que me molestaban la vista. No sé si esa maldita máquina acabará
formando parte de la arqueología de estos últimos años en los que son siempre
los mismos los que pagan el pato. Pero esto tiene pinta cambiar, porque ya hay
demasiada gente que no tiene (casi) nada que perder.
Publicado en el diario HOY el 31 de diciembre de 2015.
Nota: la grúa existe, es la que aparece en la fotografía, y lleva 5 años (como mínimo) balanceándose sobre las casas de mis vecinos. todo un símbolo de un tiempo que esperemos que se acabe. En la foto todavía hay muchas zonas oscuras, pero se atisba un rojo amanecer. Feliz año 2015. Lo mejor está por venir.
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