29 julio, 2015

Tren de vida




¡Menudo tren de vida lleva! La expresión la habrán podido escuchar cuando alguien se gasta más de lo que tiene y de lo que jamás podrá llegar a obtener. La historia de la España de finales del XX e inicios del siglo XXI quedará marcada durante varias generaciones debido a los errores que venimos cometiendo desde los últimos veinte años y que, probablemente, tendremos que pagar durante muchas generaciones. Ayer mismo publicaba en este periódico un magnífico artículo Julián Mora Aliseda en el que ponía en tela de juicio la utilidad y sostenibilidad de una infraestructura como el AVE para el desarrollo de Extremadura, en 2010 lo explicó magníficamente Germà Bel en un libro titulado “España, Capital París”, y desde unos años a esta parte son múltiples las advertencias que se hacen desde todos los lados. Incluso el responsable de transportes del Gobierno de los Estados Unidos se quedó admirado al conocer nuestros planes y dijo que ellos no eran tan ricos para hacer algo similar. No puede ser que tengamos previsto quintuplicar el nº de kilómetros de alta velocidad de la todopoderosa Alemania teniendo la mitad de su población.

El mal ya está hecho y ahora nos queda intentar aprovechar lo que está en construcción para que Extremadura pueda tener una conexión con Madrid y Lisboa con unos trenes propios de este siglo: electrificados, que alcancen velocidades superiores a los 200 km/h, que tengan unos precios asequibles para la mayoría de la gente, que permitan enlazar con otros medios de transporte, que lleguen hasta las ciudades y no paren en medio del campo como en Guadalajara, con vías que permitan también circular a las mercancías y ayuden al desarrollo económico de esta tierra.

La polémica de estos días quizá esté sobredimensionada, porque nadie cree que el viaducto que ayer visitó la ministra vaya a servir solo para hacer puenting y porque Portugal se ha comprometido a construir una conexión desde Badajoz a Sines y Lisboa con una importante financiación europea que ya ha sido concedida. Sería muy poco probable que la principal y única conexión entre el centro de la península y el litoral portugués fuera un recorrido que pasa por Salamanca y que el Alentejo y Extremadura se quedaran, de nuevo, en el olvido.


Por eso es necesario que las cosas se hagan como es debido y que se vayan poniendo en funcionamiento aquellos tramos que se van terminando. Y es importante que se haga sin sucedáneos ni engaños, como aquella amenaza de unir los tramos entre Plasencia y Badajoz con máquinas diésel y que tenía toda la pinta de ser un caramelo para contentarnos. Y ese caramelo sí que podría estar envenenado, porque la primera vía que llegue al Atlántico bien electrificada se podrá llevar muchos gatos al agua desde el punto de vista logístico. Es hora de que Extremadura deje de sentir vergüenza de sus ferrocarriles, que lo hagamos sin el lujo irresponsable que supone el AVE, pero que podamos tener un tren que nos dé vida.

Publicado en HOY el 29 de julio de 2015

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