16 octubre, 2018

No llegaremos lejos si no nos cuidamos

No hay ningua persona apolítica. La vida en la polis nos hace ser políticos y lo podemos hacer conscientemente (apoyando unas ideas y una acción) o de forma inconsciente, pasando, "no metiéndose en política". Ser político por omisión significa ser complaciente con lo que hay. 

Detrás de cada apolítico suele haber alguien a quien le gustaría que todo siguiera igual. Luego está la gente que da un paso y que se implica, sin dejar las luchas sociales imprescindibles, en el complicado mundo de las organizaciones políticas. 

A las organizaciones de izquierdas transformadoras les falta un buen camino por recorrer en cosas tan importantes como los "cuidados". Sí, es un término que venimos escuchando aplicado a muchas áreas. Para cuidar de los demás hay que saber cuidarse. Muchas veces me planteo la capacidad que tenemos para quemar a la gente, para exprimirla al máximo y extenuarla. 

Siempre dije que deberíamos funcionar como un equipo ciclista en la contrarreloj por equipos, relevando continuamente, pasando de la cabeza a la cola para volver a subir cuando haga falta. 

Y en ese proceso ves a compañeras que se ponen en cabeza y a gente que se va a la cola del pelotón. Y es lo natural y lo deseable, porque nadie puede aguantar mucho tiempo en primera línea con el viento en contra y las piernas doloridas del cansancio. La transformación social necesita gente en todos los lugares y todos son importantes. Tan importante es intervenir en un pleno, como preparar la información, como escuchar a las personas afectadas, como visitar los barrios y pueblos, como poner una mesa informativa en una calle. Todo es importante. Todo, y todas, y todos. En el camino nos hemos dejado a mucha gente en la cuneta. A demasiada gente. Cada final de etapa es un sprint en el que a veces damos codazos incluso a los compañeros de equipo por una victoria parcial de etapa que no suma nada para la general. Se puede estar muy comprometido con la causa portando agua a los de delante y poco comprometido en la cabeza. No es cuestión del lugar en el que se está sino de qué se aporta y qué se puede aportar.

Lo dicho. Cuídense porque la tarea va para largo, intenten ver por qué se nos quedó gente muy válida por el camino, traten de que vuelvan, creen un clima propicio para ello, respetemos siempre las normas que nos hemos dado y que todo el tiempo nos lo ocupe idear un mundo mejor, porque nuestro mundo interno, por muy grande que nos parezca, no es más que un mundillo comparado con lo que hay ahí fuera. Un abrazo a los que dejan la primera línea y vuelven a pisar el asfalto. Ánimo a quienes se disponen a encabezar nuevos desafíos. Y un pequeño esfuerzo para recomponernos y sumar, que ya hay demasiados intentando restar. Nos vemos en las calles que son simpre más importantes que los palacios.


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