Desde la más tierna infancia hemos escuchado advertencias,
generalmente de personas más experimentadas, y que pretendían avisarnos de las
consecuencias de nuestras decisiones o de nuestra dejadez para tomarlas. “Ya lo
verás”, “ya te enterarás” o “después no vengas con que no te lo advertí”, son
algunas de esas expresiones que no soportamos que nos mencionen cuando somos
demasiado jóvenes y que un día nos sorprendemos cantándoselas a los demás, en
ese momento en el que el reposado bagaje de lo vivido pesa más que el ímpetu de
adolescencias prolongadas en el tiempo.
He vuelto a escuchar esas frases e imagino que volveré a oírlas
durante los once días que restan hasta las próximas elecciones generales.
Reconozco que alguna vez las pronuncio pero que hago un esfuerzo deliberado por
no sermonear, porque las personas adultas tienen derecho a equivocarse, a estar
hartas y a mostrar su frustración o indignación en forma de papeletas o de
abstención, una forma tan legítima de actuación política ciudadana y que en
ningún caso inhabilita para reclamar derechos posteriores.
En infinidad de ocasiones he escrito sobre situaciones paradójicas
como que un folleto publicitario de una carnicería o de una agencia de viajes tenga
valor contractual y que, en cambio, un programa electoral no lo tenga. Si me
reparten un papel en la calle con una oferta de viaje a Menorca por 300 euros o
dos kilos de chuletas por 9 euros, puedo ir a la oficina de consumo y me
acabarán dando la razón. En cambio, si un partido me promete una tarifa plana
para autónomos o un aumento del SMI a 1000 euros no puedo ni acercarme a un
juzgado en caso de incumplimiento porque en esa publicidad sí está permitido
engañar.
Así que, mientras se legisla para que los partidos políticos no
puedan mentir impunemente, es recomendable estudiar por encima las medidas que
vamos a votar para que no nos cojan desprevenidos. Si crees que los sueldos
están demasiado altos, vota a quien prometa bajarlos; si piensas que hay demasiados
impuestos, confía en quien quiera quitarlos; si no te llega ni para pagar
impuestos, a lo mejor no te interesa tanto que quiten tributos y que te hagan
pagar la próxima vez que vayas al médico; si quieres que estudiar en la
Universidad sea casi gratis como en Alemania o te endeude para media vida como
en Estados Unidos, seguro que tienes opciones en las papeletas para optar por
un modelo u otro.
Aún así, también nos pueden acabar defraudando incluso aquellos
con los que estamos plenamente de acuerdo. De esa no nos va salvar nadie. Pero
dejarse llevar por la ira o el hartazgo a la hora de depositar un voto puede
tener contraindicaciones que no caben en el mayor de los prospecto. Que no te
cieguen el color de las banderas porque esto no es una final de fútbol, y mira bien
si aquello que apoyas es lo más justo y lo que más te beneficia. Y en ese
orden.
Publicado en HOY el 17 de abril de 2019
No hay comentarios:
Publicar un comentario