05 febrero, 2020

Culpables por defecto


Hace años que leí un libro de Owen Jones en el que contaba la manera en que los medios británicos ridiculizaban a las capas más desfavorecidas de la sociedad y las hacían culpables de sus propios males. No ha sido la presencia del Reino Unido en todos los noticieros recientes lo que me ha traído este libro a la memoria, sino algunas noticias y declaraciones que atribuían la causa de los cortes de luz en los barrios más desfavorecidos de Badajoz al cultivo de ciertas plantas o a los enganches ilegales de algún vecino. 



Desconozco cuál es el exceso de kilovatios que se produce dando luz y calor a hierbas alucinógenas y entiendo que es grave (y también muy peligroso) realizar enganches a la luz de manera ilegal y fraudulenta. Pero me preocupó que la todopoderosa empresa eléctrica y el alcalde accidental apuntaran rápidamente con el dedo a los causantes del desaguisado y no se preocuparan casi nada de las víctimas.



De ellas sí nos habló Natalia Reigadas en las páginas de este periódico y me estremeció el testimonio de esa hija que a las siete de la tarde les preparaba la cena a unos padres muy mayores, que ya no están en condiciones para andar a tientas en la oscuridad cada dos por tres.  Por no hablar del vecino que necesita una máquina para respirar y que llamó a la policía angustiado por tanto corte de luz.



De la pobreza energética no nos hablan casi nunca y no siempre nos cuentan todo. Esa pobreza no solo provoca frío en las noches de invierno sino también muerte y destrucción. En nuestros barrios y pueblos más humildes son inviables e inasequibles métodos más limpios y eficientes de caldear las habitaciones y se siguen utilizando braseros peligrosos  que, a veces, acaban en intoxicaciones e incendios.



La semana pasada visitó la mayor ciudad de Extremadura un relator de Naciones Unidas preocupado por los niveles de pobreza de la ciudad y no sé qué impresión se habrá llevado tras visitar Santa Engracia o Los Colorines. Nada nos sorprenderá lo que escriba un relator australiano porque es muy posible que coincida con el informe Foessa de una institución tan poco sospechosa como Cáritas, que en el pasado mes de octubre apuntaba la escalofriante cifra de un 23 % de la población en riesgo de exclusión.



Mientras se encuentran soluciones a largo plazo para este drama que afecta a casi un cuarto de la población, convendría no generalizar y culpar a la ligera a quienes habitan los barrios más desfavorecidos, porque la inmensa mayoría no son ni traficantes ni ladrones, son gente humilde y que merece un trato digno y una presunción de inocencia. No sé si fue a Owen Jones a quien le escuché hablar de “culpables por defecto”, de gente a la que su origen les tiene colgado un sambenito y que tienen marcada de antemano una casilla fatídica e injusta, la que les hace responsables de todo aquello que sufren. 

Publicado en HOY el 5 de febrero de 2020

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