Rara vez se habla de los entramados de la política extremeña en medios nacionales. Creo que la última vez que llegamos a las portadas fue en 2011 y también a finales de junio, cuando la dirección de IU decidió abstenerse en la investidura de un Monago que daba por perdidas las elecciones a pesar de haber sido la lista más votada.
La noche electoral del pasado 28 de mayo reflejó una región con un escenario muy equilibrado, con el PSOE como fuerza más votada empatando a escaños con el PP, y con dos fuerzas a la izquierda y a la derecha de los dos grandes partidos. Pero pocas horas después, cuando todo hacía indicar que los dos de la derecha se pondrían de acuerdo, Pedro Sánchez convocó elecciones para el 23 de julio y todo cambió. Desde ese momento las piezas que se mueven en Extremadura están jugando en un tablero nacional, en el que Feijoo necesita algún ejemplo de distanciamiento medido con la ultraderecha de cara al 23J, y qué mejor lugar que allí donde su partido no fue la opción más votada y donde la diferencia entre su partido y Vox es más amplia.
María Guardiola, que había prometido en campaña que no tendría a Vox en su Consejo de Gobierno, ve que las negociaciones se acercan a un abismo que se certifica en la sesión constitutiva de la Asamblea, donde el desacuerdo de las derechas entregó la presidencia y la mesa de la cámara legislativa a las izquierdas. Como todo va tan rápido, no sé si entre que se escriben estas líneas y se imprimen se habrán producido más novedades, porque ya ha dimitido un asesor de comunicación y no se descartan incluso renuncias personales a presentarse a la investidura.
La candidata del PP, que sigue realizando un esfuerzo por mantener su palabra, lleva unos días siendo víctima de un fuego amigo mediático - y en algún caso bastante zafio - que le recomienda que traicione a su compromiso público con la ciudadanía y se deje de minucias y maximalismos. Incluso hay voces en su propio partido que creen que sale más barato y rentable incumplir lo prometido que mantener los principios.
La cuestión es que el pasado 28 de mayo elegimos a 65 personas para que se pusieran de acuerdo, eligieran a alguien para presidir la Junta y para que nombrara un gobierno con un programa sustentado en una mayoría suficiente. Las estrategias para beneficiarse o perjudicar a otros en las elecciones generales a costa de Extremadura tampoco deberían extrañarnos, porque nuestro peso específico en el contexto nacional es el que es (9 diputados de 350) y poco les importa en Madrid lo que aquí hagamos o nos pase.
No sé si antes de noviembre nos tocará ir a las urnas por tercera vez, como ya ocurriera en 2019. Dicen que en las repeticiones se suele castigar electoralmente al causante de los nuevos comicios, pero aquí ya nada es previsible. Nos están mirando desde todos los lados y nuestra política regional vuelve a los telediarios, pero casi preferiría que nos prestaran más atención a nuestras necesidades reales que todas estas puestas en escena.
Publicado en el diario HOY el 28 de junio de 2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario