09 agosto, 2023

La cuarta hermana

Una canción de Silvio Rodríguez grabada hace cuarenta y tres años lleva por título Fábula de tres hermanos’. El mayor de esos fraternales muchachos salió a caminar con todas las precauciones del mundo, con la mirada fija en el suelo para no tropezarse a cada paso que daba. El mediano, que también tenía miedo de equivocarse en su periplo, optó por todo lo contrario y alzó su cabeza siempre, para clavar sus ojos en el horizonte y no perder de vista su objetivo, sin reparar en nada más. El más pequeño de ellos quiso conjugar las técnicas de sus hermanos mayores y encomendó a cada una de sus pupilas repartirse las funciones: una enfocaría hacia la lontananza y la otra a los planos cortos. 
 
No desvelaré cómo acabó cada uno de ellos ni cuál de los tres fue el que consiguió recorrer mayor distancia caminando. Si he traído aquí esta vieja canción, en una de las semanas más calurosos que recuerdo desde aquel aciago verano de 2003, es debido a que entre los seres humanos todavía es dominante el pensamiento cortoplacista, el de dar pasos rápidos que aseguren un rendimiento y un beneficio instantáneo, como si todo en la vida fuera introducir una moneda por una ranura y escuchar la calderilla metálica de las ganancias casi al instante. 
 
Quizá tampoco esté la panacea en fijarse en un objetivo y olvidarse de que cada día hay que poner los pies en el suelo, en un terreno que no siempre es llano ni está en perfecto estado de conservación, sino que podremos encontrar baches, obstáculos, barro, polvo y un sinfín de dificultades. La opción del tercer hermano, como todas aquellas que mezclan estrategias antagónicas y simultáneas, pueden acabar creándonos alguna dolencia que requiera una intervención quirúrgica para corregir el estrabismo. 
 
Hoy, que los termómetros superan los 43 grados, no hay nada más estúpido que no creer en la ciencia y minimizar los avisos de quienes llevan décadas estudiando lo que ocurre en el planeta y en la atmósfera. Y no deberíamos permitir que asuntos tan importantes como la supervivencia de la especie humana caiga en manos de negacionistas, como los que mataron con pesticidas el Mar Menor, o como los que han usado tantos plaguicidas en más de 100 pueblos de Zamora y Salamanca que los han dejado sin agua potable durante varios días. 
 
Me pregunto si a Silvio le faltaban unas estrofas en aquella canción, unas que describieran el caminar de una cuarta hermana, una que tuviera claro el objetivo principal de su singladura, que actuara con la suficiente prudencia para no meter la pata y con la destreza adquirida de mirar al suelo y al horizonte de forma acompasada, intercalando la resolución del día a día sin desviarse de la construcción de un hábitat en el que nuestras hijas y nietos no hablen del verano de 2023 como uno de los más ‘frescos’ que recuerden. Esa fábula de final feliz requiere que cada uno haga todo lo que esté en su mano y que todos los que nos gobiernan pongan la vida, en el sentido más amplio del término y sin excepciones, como única prioridad. 
 





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