En mi camino del colegio a casa pasábamos por delante de un concesionario de coches que todavía existe. Acabábamos de regresar de las vacaciones navideñas y nos sorprendió un cartel en el que anunciaban que el taller permanecería cerrado durante una semana por balance e inventario. Lo del balance nos sonó a algo de hacer cuentas, pero lo de inventario no lo habíamos escuchado los que cursábamos 3º de EGB. ¿Acaso se dedicarían durante una semana de enero a inventar nuevos modelos de vehículos?
Así que fue llegar a casa, abrir el diccionario iter de la editorial Sopena, aquel con las banderas de países de habla hispana en portada, y llevarnos una pequeña decepción: en aquel taller no inventaban nada y esa semana solo se dedicaban a elaborar una lista ordenada y precisa de las piezas y utensilios que allí había.
Cada fin de año las páginas de los periódicos y los especiales informativos de radio y televisión se llenan de balances y reportajes resumiendo lo ocurrido en doce meses. Ayer se conmemoraba la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la cuenta de resultados no es nada positiva. Incluso las que parecen ser buenas noticias, como la caída del régimen de los Assad en Siria, deben recibirse con muchísima cautela, porque no sería la primera vez que el remedio es peor que la enfermedad, como ya ocurriera en Afganistán.
Las perspectivas del día de los Derechos Humanos no son nada esperanzadoras, con dictaduras que siguen ejecutando, torturando y negando lo más elemental a su población, y con supuestas democracias que lanzan ataques genocidas hacia poblaciones civiles, ya sea amparándose en la creencia de que hay territorios que les pertenecen o porque consideren infrahumanas a personas que nacieron en otro lugar, profesan otra religión, tienen un color de piel diferente o son, simplemente, pobres de solemnidad.
A todos esos Derechos Humanos más tradicionales, esos 30 artículos firmados aquel 10 de diciembre de 1948, se unen ahora nuevas preocupaciones que no son de las que aniquilan ipso facto a nuestros congéneres con bombas o disparos, sino que lo hacen con efectos tan retardados que casi no nos damos cuenta de su dimensión: la crisis climática ya nos afecta hoy y lo hará con mayor virulencia en los próximos años, lo hará castigando a los más débiles pero tampoco habrá refugio para quienes lo están causando deliberadamente o quienes niegan su existencia.
Va terminando el año y nos perdemos en polémicas y diatribas que no conducen a casi nada. Sin embargo, confiamos demasiado en la solidez de los derechos adquiridos y nunca hemos estado tan lejos de lograrlo, porque cada uno de los que seguimos disfrutando hay que asegurarlo y fortalecerlo día a día.
Imagino que el concesionario de coches ya no necesita cerrar una semana para hacer un balance y un inventario que una tecla realizará en centésimas de segundo. Para el balance e inventario de la Humanidad nos resta informarnos bien, aprender que eso de los Derechos Humanos va de salvar vidas y que de nada valdrán mil anuncios de alarmas de seguridad si se nos agrieta el planeta entero. ¿Será mejor 2025?
Publicado en el diario HOY el 11 de diciembre de 2024.
Este artículo está dedicado a Ángela Rivera García, que ha sido coordinadora del Grupo Local de Badajoz de Amnistía internacional desde 1994 hasta 2024. El destino ha querido que esta mujer incansable, comprometida con las mejores causas, luchadora, defensora de los Derechos Humanos, de la libertad y de la igualdad, maestra y profesora de los pies a la cabeza, nos haya dejado en la tarde del día de los Derechos Humanos, el aniversario de la Declaración Universal. Para quienes seguimos sus pasos y sus enseñanzas por un mundo más justo libre e igualitario, cada 10 de diciembre nos recordará un ser inigualable. Gabriel, Isabel, Marta, Toni, Clara y toda su familia y amigos saben mejor que nadie que ayer nos dejó una de esas personas imprescindibles, de las que luchan toda la vida.
Hasta siempre, Ángela. No te olvidaremos.
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