06 febrero, 2006

Humor y dogmas de fe


A finales de los ochenta tuvimos que salir protegidos por la policía quienes nos habíamos acercado al Teatro Astoria para ver una representación teatral. Las fuerzas vivas del fundamentalismo religioso de la capital cacereña se habían organizado para tratar de impedir mediante insultos y empujones que los que queríamos ver la última obra de Els Joglars pudiéramos hacerlo. Aquella vez no lo consiguieron y muchos años después podemos darnos cuenta de que el sentido del humor y los dogmas de fe son elementos casi incompatibles, razón por la que he decidido decantarme por el primero. En Europa hemos llegado a la sana situación de poder reírnos de casi todo lo humano y lo divino, aunque no podemos olvidar que esta realidad no cayó del cielo sino que fue el final de un proceso que acabó quemando a mucha gente en el sentido literal del término. Tal vez no sea justo exigir a los demás que de la noche a la mañana cambien unas escalas de valores que nosotros tardamos siglos en modificar. Tampoco es cuestión de usar la libertad para ir blasfemando por las puertas de los conventos, en las procesiones o en las mezquitas. Sí que deberíamos tener en cuenta que las generalizaciones no valen porque ni todos los musulmanes son fundamentalistas, ni todos los cristianos occidentales son ejemplos preclaros de tolerancia infinita. Algunos dibujos nórdicos pueden ser poco oportunos e incluso muy desafortunados, pero el respeto a las creencias íntimas de todos los colectivos del mundo también pasa porque desde la fe se respete a los que no creen. El siglo XXI es demasiado complicado para los censores: no lo conseguirán. http://javierfigueiredo.blogspot.com/

Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 6 de febrero de 2006

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