19 noviembre, 2006

La visita del dictador

Nunca se sabe si es mejor que te visite un dictador o que no te visite. Hay quienes criticarían cualquier cosa: si no lo recibes porque te estas olvidando del país y facilitando un aislamiento que lleva a que el tirano se enroque en sus posiciones; si lo recibes te echan en cara que estás legitimando un régimen y olvidándote de las víctimas. La semana pasada tuvimos entre nosotros a todo un clásico, uno de esos que creíamos que había pasado a mejor vida cuando en realidad se está pegando una de las mejores vidas de África, que no es lo mismo. La visita ha servido para más de lo que nos podíamos imaginar: muchos jóvenes habrán aprendido que existe un país llamado Guinea Ecuatorial que formó parte de aquel Imperio que algunos añoran, otros muchos se habrán enterado de que se ha encontrado petróleo por allí y ya nadie tendrá excusa para decir que no sabía que los Derechos Humanos en Guinea están más escondidos que las bolsas de oro negro. Ya sabemos que la democracia y el petróleo no son dos elementos que se lleven demasiado bien, así que el futuro de los guineanos corre el peligro de llevar los malos derroteros de los ciudadanos saudíes o los pésimos de Irak. Tal vez la clave no esté tanto en la visita como en lo que se le diga al sátrapa: si todo son cenas, palmaditas y condecoraciones, habría sido mejor que no saliera de la isla. Si, por el contrario, se sabe usar la diplomacia para cantarle las cuarenta y que Obiang escuche lo que en su país nadie se atreve a decirle, entonces lo mejor será volver a recibirle hasta que tenga a bien no volver a su país y dejar libre a su pueblo. http://javierfigueiredo.blogspot.com
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 20 de noviembre de 2006, 31 años después de la muerte del dictador.

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