31 diciembre, 2007

Cachetes y azotes



La reforma del código civil para adaptar la legislación española a los diferentes acuerdos internacionales de protección a la infancia ha hecho correr tinta. Resulta llamativo el intento de algunos para interpretar que la nueva redacción no impide ese cachete que, como nos dicen repetidamente, nunca viene mal si se da a tiempo. Me ha escandalizado escuchar una tertulia de radio en la que una periodista decía, literalmente, que no podía entender cómo se puede educar a un niño sin cachetes ni azotes. Luego están los que afirman que a ellos les pegaron y no tienen traumas, cosa que me parece muy bien (que no tengan traumas) pero que no justifica que haya que repetir comportamientos indignos. Creo que en este asunto estamos como hace 40 años con la violencia machista. Entonces se veía lógico que un marido pudiera corregir a su mujer con una bofetada porque era su propiedad privada y hoy ocurre lo mismo con los niños: hay quienes piensan que tienen derecho a ejercer la violencia contra sus hijos. Me contaba una psicóloga que había visto a una madre azotando la mano de su hijo mientras le decía: “¡no se pega!” El niño recibía dos mensajes, uno verbal y otro ejemplarizante, pero éste último es el que siempre prevalece. Además, hay una norma básica de la educación que es la de no usar como método lo que se pretende criticar o corregir: si no queremos que nuestros hijos peguen, no podemos intentar corregirlos con azotes. Pegar a un niño supone legitimar que la violencia, aunque sea en pequeñas dosis, sirve para conseguir un fin. Y creíamos estar de acuerdo en que era siempre injustificable. ¿O no?


Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 31 de diciembre de 2007

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Gostei muito desse post e seu blog é muito interessante, vou passar por aqui sempre =) Depois dá uma passada lá no meu site, que é sobre o CresceNet, espero que goste. O endereço dele é http://www.provedorcrescenet.com . Um abraço.

Anónimo dijo...

Amigo Figueiredo, soy la anónima habitual. Ya sabes mi experiencia terrible en este asunto, no puedo estar mas de acuerdo con todo lo que escribes. Lo que no sé es la utilidad de la ley, si acaso sirve para mentalizar a la gente. Este post es muy extenso, pues el tema es confuso. Enfermos como mi padre que pegan a sus hijos dentro de una dictadura de terror familiar no creo que quedaran desenmascarados por una ley así. Los sádicos inteligentes saben cómo convencer a sus víctimas de que reciben lo que merecen, por lo que el niño verdaderamente aterrorizado nunca denunciará.

Mi padre era muy inteligente en su perversión, siempre nos pegaba en privado, no se le escapaba nunca un bofetón, ni un cachete como esos padres tontorrones de los que hablas. Jamás nadie de fuera de la familia lo vió pegar, jamás nosotros contamos nada. Mi padre nos decía: al cuarto de baño. Allí, en soledad, y sin que el resto de la familia lo contemplara, nos pegaba hasta saciar su ira y hasta que tu humillación rozaba lo difícilmente soportable. Al verdadero maltratador de hijos nunca se le escapa el bofetón, se prepara para hacerlo en privado y desahogar su frustración interna.

El verdadero maltratador hipócrita como mi padre, jamás deja marcas o heridas en la piel (sí los dedos gruesos en la cara, pero eso se deshincha), jamás te romperá un hueso, jamás te dejará un moratón, jamás dejará marcas denunciables. Sólo te deja marcas indelebles en el alma, en la autoestima. Su maltrato físico y psicológico (y sobre todo este último), es constante, continuado y por las razones mas absurdas, para que siempre te encuentres culpable de todo, hasta de respirar. No encontrarás al final más razones a tu maltrato que el sentirte un ser despreciable, lleno de miedos, y difícilmente podrás quererte a ti misma. Él siempre te vigilará, nunca te valorará, siempre te exigirá mas y mas, nada lo harás bien. Justificarás al final que te humillen y desprecien. Ese problema no lo resuelve una ley, es educacional. Nunca nadie lo denunciará, y menos la víctima.

Por otro lado, la madre de mi “santo esposo civil” es una mujer de carácter, abierta, tolerante, divertida, que se adapta al mundo. Diría que es madre en todo momento, aún superando los 70, y la mejor amiga de mi marido y hoy también mía. Cuando sus hijos eran pequeños, les dio mas de un cachete, y mas de un zapatillazo en el culete. Nadie le va a tener eso en cuenta después de tanto amor y vida que regaló a sus hijos. El maltrato no es un cachete, aunque yo no sea partidaria del cachete en ningún caso. Pero no confundamos situaciones que nada tienen que ver.

Ayer una amiga me contaba que llevó a su hijo al hospital con un brazo roto porque se cayó de la bici. Dice: me interrogaron los médicos de una forma tan dura, acosadora y terrible que yo sólo quería ya llorar y confesar para que me dejaran en paz. Parece que la ley siempre acaba deformada y atacando al débil.

Estamos creando leyes para situaciones pasadas. Al parecer un conocido ha sido denunciado como una gracia por su hijo (problemático y travieso) en el colegio, por zarandear al niño del brazo y está en un tremendo lío. La mayoría de la gente que conozco son padres débiles, con terrible miedo a ejercer la autoridad. Yo no tengo hijos, pero observo como esos niños, muchas veces crueles, son hoy los que maltratan a padres y profesores. Para muchos profesores de instituto que conozco la situación que sufren de acoso y violencia empieza a ser insostenible.

La ley del péndulo sigue siempre vigente. Tuvimos un poder absoluto de padres y profesores, que cuando eran maltratadores no recibían castigo ni denuncia. Hoy está poco a poco surgiendo el poder absoluto de hijos y alumnos, y cuando queramos no podremos parar la situación. Hay que tener verdadero cuidado, porque la situación real ha cambiado mucho. Esos que entonces sufrían violencia hoy son adultos y no quieren ejercerla. Pero muchos lo han confundido con no imponer límites al niño, que es algo que no tiene nada que ver. Además de que el exceso de trabajo impide centrarse en el niño y darle una educación coherente. Se han creado en algunos casos niños y adolescentes que tiranizan a los adultos. Como siempre en este país, vamos de exageración en exageración. Es difícil de todos modos llegar al equilibrio.

En fin, mi opinión es que hay que tener cuidado con la aplicación de este tipo de leyes, las equivocaciones pueden ser trágicas, y normalmente es muy difícil aplicarlas cuando se necesitan. Suelen aplicarse o bien tarde, o bien en casos equivocados.

Hace años que viene a mi casa a limpiar una señora y nos tenemos mutuo afecto y confianza, es una excelente persona, aunque sin mucho carácter. Su familia nunca presentó problemas hasta que un hijo se casó. Una de sus nueras maltrata psicológicamente a su hijo, a ella, y al resto de la familia, que está minando. Insulta gravemente a su hijo continuamente, también delante de ella y de las niñas, a las cuales maltrata además físicamente de forma bastante violenta. Sé que ni el marido, ni su madre, ni las niñas atemorizadas y manipuladas, nadie la denunciará, Temen perder la custodia de las niñas, la casa, la poca vida que tienen, que sé yo. Aunque conozca la situación, yo tampoco puedo denunciar porque no sé los efectos que produciría ni he visto hechos.


Lo miso ocurre con la ley de maltrato a la mujer. Aún con mi experiencia que también conoces, tengo mis reservas sobre su utilidad. Yo en mi caso nunca denuncié, es absurdo, lo humillas públicamente y sabes que se volverá loco y lo pagarás caro tarde o temprano, si quiere matarte lo hará, no hay puertas en las calles. Sólo te queda desaparecer, y para eso debes tener medios o bien que te los proporcionen. Hacen falta verdaderos especialistas, ayudas y educación de la mujer, no castigos.

Por el contrario, ya conozco dos casos en los que la mujer, en ningún caso maltratada, ha usado la ley para perjudicar a un marido sin carácter. Una de estas “señoras” ya había pegado a un profesor. Típico perfil de víctima, ¿verdad? La otra ha creado una familia (la de su exmarido al que odia), injustamente destrozada de por vida y privada de los nietos con permiso de los jueces.

Es obvio que los que hacen las leyes y las aplican no sufrieron nunca maltrato y desconocen las raices psicológicas del problema, sus manifestaciones y síntomas. No se pueden aplicar las leyes así, matemáticamente, porque por desgracia, los verdaderamente vejados y matratados no pueden denunciar, o cuando lo hacen ya es inútil. Me repito: EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA, EDUCACIÓN PARA EL RESPETO, guste o no a la Iglesia, es absolutamente necesaria. Y ojo con las sentencias y sus secuelas.
Saludos Figueiredo y perdón por la extensión de un tema con tantos matices como la solución al maltrato.

Hitos dijo...

Jo anónima das en el clavo de lleno. Interesantísimo tu comentario.
Soy madre de dos hijos y creo que un azote a tiempo no es malo (mejor el azote que el cachete) pero he de decir que nunca los he dado, no fue necesario. Cuando son demasiado pequeños pero tienen libertad de movimiento, es difícil hacerles entender ciertas cosas, es difícil hacerles razonar y además no tienen conciencia del peligro porque no acumulan experiencia. Al crecer, ya puedes razonar y no es necesario el azote. En mi caso, mis hijos son muy precavidos por naturaleza y por eso nunca tuve que persuadirles con un azote para evitarles un peligro, ni tampoco para solucionar un problema de comportamiento con otros niños o con adultos.
Pones el dedo en la llaga tocando el tema de la sumisión a nuestros padres y ahora a nuestros hijos. Hay niños que son auténticos tiranos. Los míos también lo intentan, pero si les pones límites los aceptan... es más... no hay como decirles "si tan capacitados estáis para tomar esas decisiones, yo estoy sobrando, a partir de ahora o las arregláis solos". Automáticamente te contestan "tu eres la madre y tu tomas las decisiones".
Y lo del tema de las preguntas en el médico... es que ibas con miedo cada vez que al niño le pasaba algo. A mi se me resbaló en la bañera el mayor cuando tenía un año escaso, yo estaba con él pero se resbaló y se golpeó el ojo quedándole a la funerala, menos mal que el médico de cabecera me conocía y sabía que mi hijo no sufría malos tratos. Aun así no veas la cantidad de explicaciones que tuve que dar.
Saludos para todos (corto aquí el tema porque hay mucha tela por delante

Puntos de vista y ... nada más dijo...

Me alegra que surja el debate. Un saludo y feliz 2008

Anónimo dijo...

Soy la anónima y me parece muy interesante y equilibrado el comentario de hitos, que nace de la experiencia personal con sus hijos (lo del niño en la bañera es impresionante, tú sufriendo por tu hijo y encima, bajo sospecha). Mi comentario nace del maltrato que sufrí y de la observación de la realidad que veo con mis conocidos y sus hijos.

Unos azotes en la infancia quizá no los recuerdes, unos bofetones en la adolescencia los recordarás toda la vida. Son cosas distintas. Yo aún me río recordando cuando mi madre nos daba con la zapatilla. Pero tengo pesadillas con mi padre golpeándonos con la mano abierta con mas de 16 años.

En general, no se pueden elaborar ni aplicar leyes basadas en verdades absolutas, porque la vida, y más en este tema, está llena de matices. Hay que tener en cuenta la situación actual y cada caso. En educación, yo creo, la única verdad son la firmeza, la coherencia y el amor incondicional.

Lo que está también muy claro es que unos padres atemorizados habitualmente generan unos hijos irrespetuosos con la sociedad y con dificultades para la convivencia. Eso es muy importante tenerlo en cuenta. Hay que llegar al equilibrio.

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creo, la única verdad son la FLEXIBILIDAD, la coherencia y el amor incondicional.

Pero flexibilidad coherente.

Anónimo dijo...

Anónima está de acuerdo Figueiredo. Flexibilidad, pero no siempre de la misma parte, que se puede romper de tanto estirar. Antes inflexibilidad de los padres. Ahora, a veces inflexibilidad de los hijos. Hablo de firmeza en el sentido de fijar unos criterios coherentes y mantenerlos, no variarlos según el niño o adolescente chille y proteste o vengan los padres cansados de trabajar y no tengan ganas mas que de ceder y descansar un rato con la tele.
Ellos, niños y adolescentes, intentarán un pulso, con el profesor y con los padres. Es natural. Pero te aseguro que agradecen y admiran un referente firme y centrado. Eso no tiene nada que ver con un despreciable autoritarismo.

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Estoy de acuerdo en buena parte de lo que dices. La autoridad no es autoritarismo. La autoridad se gana con el ejemplo y la coherencia; el autoritarismo a gritos y atemorizando.

Yo soy partidario de compartir con los hijos y los alumnos las normas que nos ponemos. Tengo muy claro que hay cosas que los alumnos o los hijos no pueden hacer y ha de quedar claro en la negociación. Sé que este método es muy criticado pero yo lo entiendo como hacer nuestra Constitución y que los hijos y alumnos sepan que cuando incumplen una norma, no incumplen Mi norma sino SU PROPIA NORMA, aquella que hemos acordado. Ahora mis hijos están recogiendo los juguetes: saben que pueden sacar todos cuantos quieran pero que deben guardar el anterior ANTES DE SACAR el nuevo. Saben que es SU norma y no la norma impuesta por los padres. Creo que así voy construyendo ciudadanos y no súbditos. Con los alumnos me ha ido siempre de maravilla. Si algún día me sale mal también lo diré.

Gracias

Anónimo dijo...

Soy la anónima y veo que al final estamos diciendo lo mismo, sólo que utilizando distinto lenguaje. Me parece muy inteligente lo de las normas con tus hijos, que sean “sus normas” y las respeten por su propia voluntad. Los que convivan con ellos el día de mañana te lo agradecerán. Sin embargo, tengo amigas que, desbordadas por los niños, sólo dan voces desde su debilidad y no imponen un sólo criterio firme y coherente. Los niños son ya intratables salvajes que dan patadas por doquier.

También tengo amigos en institutos conflictivos a los que lo de la negociación lamento decirte que no parece funcionarles. Ya educado defectuosamente, un adolescente de cierta edad es difícil de tratar. Imaginarme 30 o 40 juntos y encerrados, uf no quiero ni pensarlo, Dios o Alá me libren de estar allí. Me comentaba un amigo, entre otras barbaridades, que había chicos que tiraban sillas y mesas por las ventanas, yo flipaba. Una Escuela de Idiomas debe ser algo muy distinto, por la gente que conozco que va a esas clases, que son de toda edad y acude allí por voluntad propia, no sé muy bien tu caso.

En fin, que dedicarse a la educación coherente en casa, como hacéis hitos y tú, parece ser fundamental para el éxito (es decir, conseguir personas felices que además piensen y sobre todo piensen en los demás). Al final decimos lo mismo con palabras distintas.

Es sólo que a ti firmeza te suena fatal, es lógico en tu experiencia vital. Yo, como crecí en un nido católico de la derecha y acabo en una izquierda razonada soy una desclasada, jaja, no adquirí ninguna neura asociada a palabras de la izquierda o de la derecha (otras neuras, sí).

Acabo de pensar que es como si haces ese test de asociación de palabras que hacen los psicólogos:
-el muy de izquierdas:
autoridad = Franco, dictadura, intolerancia; firmeza = ejército (será por lo de fiiirmees), grises; cachete = malos tratos, amnistía internacional.
-el muy de derechas:
autoridad = Franco, seguridad, paraíso, “cuéntame”; gay = destrucción de la familia; Ibarra = PER, atraso regional; PSOE = borregos o corruptos.
Me pierdo, me pierdo, disculpas por la licencia, pero si no me lo tomo con humor no sé que haría con tanta tontería que he escuchado a muchos familiares y conocidos repetidores de consignas.

Yo tampoco me libro: Iglesia (de cualquier credo)= hipocresía, chiringuito; obispo = cucaracha (será el color oscuro); Bush = chimpancé, Satán; Aznar o mi padre = Hitler. Me sale sin pensar, eh. Me callo. Saludos.

Puntos de vista y ... nada más dijo...

Es cierto que las escuelas de idiomas no son un centro educativo al uso. Mis experiencias educativas con adolescentes son de hace más tiempo pero, ya digo, me fue siempre muy bien y supe atajar enseguida los problemas de disciplina (hablando personalmente con los "personajes" lejos de la presencia del grupo de borregos que auspicia los comportamientos cenutrios. Hay salvajes entre los adolescentes, siempre los hubo, y lo que necesitamos los docentes es saber cómo lidiar con todo eso y reconducirlo.

Las asociaciones de ideas son peligrosísimas. Leí hace tiempo (año 90) que a la palabra FRANCO los españoles asociaban un 28% con DICTADURA, pero un 22 % ORDEN.

Hitos dijo...

A mi me dan miedo las asociaciones de ideas y cualquier cosa parecida que me pueda dejar el alma al aire.
Siguiendo con el tema de la educación... creo que el 100% es cosa de casa, de los padres, del entorno "Para educar a un niño se necesita toda una aldea". Otra cosa es que en la escuela o en el instituto se les enseñen; enseñar no educar.
En mi experiencia con niños de primaria (Actividades formativas complementarias)... el primer día lo dedicábamos a poner las normas y los castigos (si, castigos por incumplir las normas)... Todo consensuado, cada turno ponía sus propias normas y sus castigos. ¿Sabéis? ellos eran mucho más estrictos de lo que yo hubiera imaginado para poner los castigos, los tuve que suavizar.
Sin normas no es posible la convivencia.
Bueno, que estoy muy contenta porque los reyes me echaron un frasco de perfume que se salta el canon (es una imitación del último de Carolina Herrera)

Anónimo dijo...

Enhorabuena a los dos por vuestros hijos, y vuestra forma de vivir vuestra vida y profesión. Ójala todo el mundo que conozco fuera así de coherente, en vez de vivir de apariencias y sin pensar, dañando queriendo o sin querer. Un abrazo de anónima.

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