Ser iguales no es ser idénticos. Ser iguales significa que nada te impide tener los mismo derechos que el otro o la otra. La igualdad no baja del cielo: se lucha y se consigue. Para ello hay que discrepar y decir qué cosas no nos gustan, preguntarnos continuamente por qué yo o por que ella no podemos hacer esto o lo otro, por qué se oculta esta realidad y se magnifica esta otra, por qué unas víctimas son anónimas y otros tienen nombres y apellidos, por qué una muerte lo para todo el 7 de marzo y cuatro no paran nada el 26 de febrero. Ya vale de preguntas: empecemos a escuchar respuestas, analizarlas, interiorizarlas y prepararnos para seguir luchando por un mundo más justo, más igual y sin violencia.
La violencia nos hace animales. Quien la usa abdica de la condición de ser humano para convertirse en un mero animal independientemente del grado o la fuerza. Y eso es igual aquí, en Arrasate, en Darfur, en Bagdhad, en Faluhjah, en Palestina, en Monrovia...
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