Dádiva que se hace voluntariamente o por costumbre. Así definen la palabra regalo los de la Academia de la Lengua. El diminutivo, sin embargo, encierra un matiz envenenado. Por eso exclamamos ¡vaya regalito! cuando nos pasan un marrón de tamaño considerable. Hay gente a la que le gusta recibir presentes y quienes preferimos regalar, especialmente de forma extemporánea, sin que los villancicos nos amenicen o el calendario nos lo marque. Mis alumnos me regalaron un pluma azul, muy bonita, pero conste que lo hicieron después de haber puesto las notas, así que no ande nadie buscando corruptelas. En las últimas semanas nos hemos convertido todos en pequeños catedráticos de ética: en el bar y en la cola del pescado no hay quien permanezca callado para dictaminar hasta dónde llega el detalle protocolario y en qué punto comienza la compra de voluntades o la captatio benevolentiae del político. No sé si Rita Barberá tendrá razón y todos los políticos reciben ese tipo de obsequios caros. Si fuera cierto, podríamos organizar el gran pasatiempo del verano: una página web en la que cada político fuera apuntando qué ha recibido, cuánto costaba, quién se lo envió y, lo más importante, qué relación mantuvo su administración con el desprendido personaje antes y después del regalito. Pero de nada valdría descubrir toda la verdad si, al final, acabásemos olvidando y perdonando a los corruptos en las urnas. Si no entendemos que quien recalifica para sus cuñados o da contratas a amiguetes nos está robando tanto como un carterista, estaremos condenados a padecer a estos sinvergüenzas por los siglos de los siglos.
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 27 de julio de 2009.
3 comentarios:
amén! no podemos resumir ni con cien imágenes y menos con cien palabras, lo que el sentido común nos muestra.
La triste realidad es, que si se sumaran esos regalitos en un patrimonio público, se levantaría colegios y hospitales en 5 minutos.
Valores????? ideales???? principios???? menudo lastre. hoy por hoy si no asumes que tenerlos es un lastre pásate al lado oscuro, puesto que no serán cientos de años, sino más bien, miles, hasta que el ser humano deje de serlo.
Pues desgraciadamente el CIS acaba de decir que a la mayoría de la gente de este país le importa un pito que le roben tipos con chaqueta y corbata. Eso sí, como un gorrilla les pida un euro llaman a la policía
Por desgracia (y hablo de lo que tengo más cerca), en Andalucía tenemos mucho de eso. En mi época de periodista también me regalaban cosas: los sindicatos, los grupos a los que iba a ver... Ahora son los alumnos los que me regalan cosas (con notas ya puestas, como a ti).
Es un tema delicado este. ¿Dónde acaba el regalo y empieza el regalito envenenado? Cierto es que los políticos deberían tener mucho más cuidado con estas cosas. Ya se sabe, "no solo hay que ser bueno, sino parecerlo".
Saludos.
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