05 julio, 2010

Salvajes radicales



El miércoles pasado google encontraba 2810 noticias con el término salvaje, de las que el 86% se referían a una huelga de transporte en una ciudad de la meseta. La mayoría de las veces aparecía en noticias que pretendían reflejar la realidad y no en artículos de opinión, lo que puede ser una prueba de que se ha perdido la vergüenza a la hora de poner calificativos en la exposición de los hechos. Más grave es que las noticias se dediquen a describir casi siempre en la misma dirección: así, el sustantivo recorte viene íntimamente ligado al adjetivo necesario en más de 1600 noticias, pero sólo en 400 ocasiones se une a injustificado o injustificable. No es un dato científico, pero nos permite saber por dónde van los tiros. Otra de las palabras más vilipendiada es radical. De hecho, hay mucha gente que cree que es un insulto y no saben que tiene que ver con la palabra raíz. Si alguien se opone radicalmente a la pena de muerte o a la explotación infantil podremos considerarlo cualquier cosa menos violento. Lo que empieza a ser preocupante es que los salvajes radicales sean siempre los trabajadores que reclaman sus derechos y que nunca se utilicen esos términos contra quienes incumplen convenios o abogan por la ley de la selva como única norma para regir la economía y la política en la tierra. A esos sí que podríamos llamarles salvajes invocando una connotación etimológica objetiva. Pero quien tiene mucho poder nunca parece un energúmeno al usar sus armas. Es lo malo de ser pobres, que cuando se ponen bravucones en la calle parecen mucho más agresivos que cuando otros firman decretos.

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