El inolvidable profesor de historia Ángel Rodríguez Sánchez fue el primero en darnos una clase en la Facultad. Con él descubrimos que no toda la historia era como nos habían contado y que los héroes a caballo de nuestras plazas de Extremadura escondían tras sus armaduras a unos terribles hijos de su madre. Por entonces fue una lectura imprescindible Las venas abiertas de América Latina, enredados como estábamos en tanta solidaridad internacionalista. No hay nada como intentar ver las cosas desde otro punto de vista para tener una opinión un poquito más decente. Y aún así no siempre se consigue.
22 agosto, 2010
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