14 noviembre, 2011

Pedir un deseo


El domingo es el día que nos han indicado para ejercer de ciudadanos. Algunos querrán que nuestra función se acabe esa misma jornada y que nos olvidemos de nuestra condición durante cuatro largos años. Hasta el otoño de 2015 nos tocará ser meros espectadores de lo que ocurre y cualquier queja o desacuerdo que se pase por nuestra cabeza será acallado mostrándonos los resultados del 20 de noviembre. Se traga uno los dos debates y escudriña los programas de cinco formaciones políticas pero de poco sirve. Sigue teniendo más valor contractual una octavilla de la charcutería que anuncie tres salchichones por dos euros, que los cientos de páginas encuadernadas y redactadas por quienes van a ser padres de la patria. Lo del domingo se parece, cada vez más, a la acción de lanzar una moneda y pedir un deseo. La capacidad que tenemos para reclamar que se cumpla lo prometido es la misma que tiene un turista que ha lanzado un céntimo en la fontana de Trevi, porque ni el alcalde ni el obispo de Roma se hacen responsables subsidiarios. Existen muchísimas posibilidades de que los que elijamos como nuestros representantes se vean forzados a cambiar sus promesas por las directrices que les dicten los mercados. Pero los mercados parece que todavía no se hanpresentado a las elecciones, ni sabemos sus nombres, ni hemos visto todas suscaras. La única forma de hacerles frente quizá sea confiando nuestras insignificantes papeletas a los que siempre antepondrán los intereses de la ciudadanía más inerme frente al ansia de los especuladores. Estupendo. Ya solo nos queda saber quiénes son (si es que existen).

Publicado  en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 14 de noviembre de 2011.

El dibujo, más ilustrativo que nunca, es de EL ROTO.

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