No sé por qué motivo cuesta
tanto distinguir entre prever, ver
con anticipación o preparar medios contra futuras contingencias, y proveer, suministrar lo necesario o
conveniente para un fin. La previsión no es uno de nuestros puntos fuertes y
tenemos a gala ser magníficos improvisadores. Comentaban los que usan el tren
para desplazarse diariamente a trabajar a Mérida que están preocupados por su
próximo traslado al llamado Tercer Milenio. Y no lo están porque no les guste
el lugar ni por los nuevos edificios, que saben de buena tinta que son
inmejorables. La inquietud radica en que probablemente se verán obligados a
cambiar de medio de transporte por la falta de coordinación de otras
instituciones. Aunque se sabe que en los próximos meses habrá cientos de
trabajadores que tendrán que moverse hacia esa zona de la ciudad, no se ha
previsto la construcción de un acceso fácil, rápido y directo para los usuarios
del ferrocarril que quieran llegar desde la estación hasta las nuevas
Consejerías. Tampoco se prevé transporte urbano y el uso de bicicletas es
complicado, ya que no hay ninguna base del servicio en la estación deferrocarril y, además, el servicio está vetado a quienes no están empadronados
en la capital extremeña. No sabemos qué estudios de movilidad habrá hecho el
consistorio emeritense, pero esperemos que no haya pensado en que los
trabajadores de las nuevas Consejerías usen solamente vehículo particular a
estas alturas del siglo XXI y con estos precios del combustible. Todo saldrá
mejor si se prevén los posibles problemas y no se deja todo a merced de frases
como “dios proveerá”. ¿Y si no provee?
Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 9 de abril de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario