En caso de
incendio siempre es bueno tener a mano un cubo de agua para apagarlo. Hay quien
podría pensar que el fuego del déficit podría extinguirse fácilmente con la
manguera de los recortes, pero a poco que se tengan unos conocimientos
elementales se sabe que hay excepciones que deben ser tenidas en cuenta.
Llevamos años diciendo que tenemos que mejorar de forma integral nuestro
sistema educativo, de arriba abajo, desde las condiciones de las aulas hasta la
preparación del profesorado, desde el conocimiento idiomático hasta las
destrezas básicas. Y mirábamos con envidia a los países nórdicos, los que
gastaban casi un 10% del PIB en formar a su población mientras que nosotros no
llegábamos, ni en el mejor de los momentos, a la mitad de esa cifra. El modelo
finlandés tiene su éxito en una atención personalizada del alumno, donde se
solventan los problemas de aprendizaje en cuanto aparecen y casi nadie repite
curso. Pocas personas con sentido común y amplitud de miras, salvo que tengan intereses
ocultos, pueden sostener que esto se solventa creando enormes masas de
trabajadores poco cualificados. Aumentar las horas lectivas del profesorado, incrementar
las ratios y no cubrir las bajas en su momento es asestar una puñalada trapera
no solo al sistema educativo, sino a los derechos fundamentales y al futuro la
sociedad. Es como esa imagen de uno que ha caído en un agujero y va quemando la
escalera para calentarse mientras está
en lo más profundo. Wert debería
saber que recortar en educación es como apagar con agua la gasolina que está
ardiendo: inútil, contraproducente y muy peligroso.
Publicado en la contraportada de
ELPERIÓDICO EXTREMADURA el 21 de mayo de 2012.
Nota: La ilustración la ha dibujado Nerea [9 años] en apenas 20 minutos (y sin poder usar el color marrón). Solo hizo falta explicarle la imagen.
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