Las personas
que dedican su tiempo como voluntarios en organizaciones como Amnistía
Internacional ya sabían mucho de crisis de Derechos Humanos. Además de las bien
conocidas e informadas de Siria o Corea del Norte, también les tocaba trabajar
con otras bastantes ignoradas, ya fuera en Darfur, Nigeria o Timor Oriental. El
tiempo ha ido complicando las cosas y en la segunda década del milenio ya no se
habla solo de crisis de Derechos Humanos, como si fueran páginas negras
aisladas de nuestra historia, sino que llega el momento de abordar las crisis
económicas como una violación de esos derechos en sí mismos. Hay quien dice que
la organización económica del planeta es la fuente primordial de las
desigualdades y que son éstas las que luego acaban derivando en el reguero de
sufrimiento, penalidades e incluso muerte. El grupo de Amnistía Internacional
en Badajoz ha organizado el próximo sábado una jornada para reflexionar,
escuchar y debatir sobre este asunto tan delicado, que desgraciadamente nos
dará mucho que hablar en los próximos años: ¿Podemos reclamar ante la justicia
los derechos económicos y sociales? ¿Por qué razón sí tenemos que pagar
jubilaciones de 14 millones a banqueros negligentes y es tan difícil evitar desahucios de gente humilde? ¿Por qué motivo los recursos públicos pueden acabar en las
cuentas millonarias de ejecutivos ineptos y, al mismo tiempo, son cercenados
impunemente los derechos básicos recogidos en las constituciones? La calidad de
vida en el planeta pasa por introducir la palabra justiciabilidad en nuestro vocabulario cotidiano.
Publicado en la contraportada de EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 4 de junio de
2012
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