13 octubre, 2013

Formas de protesta

El habernos tocado vivir en una de las áreas católicas de Europa nos ha provocado que el término protestante tenga unas connotaciones muy negativas en nuestro subconsciente. El silencio, el acatamiento, el servilismo o la docilidad tienen muy buena prensa y lo convierten a uno en un ser digno de admiración, muy apetecido por cualquier tipo de poder. En cambio, las personas críticas, inconformistas, rebeldes ante las injusticias o que suelen significarse,  éstas son de las que corren el peligro de ser marcadas y señaladas, incluso 40 años después de la muerte del dictador. Me doy por vencido y sé que necesitaremos varias décadas hasta que nuestra sociedad acabe apreciando más al que se parte la cara reivindicando lo que cree de justicia, que al que se achanta y se resigna.

Sobre las maneras de plasmar las protestas encontraremos opiniones de todos los colores: a unos no les gusta ninguna de ellas, ni las tradicionales de pancarta ni las más modernas, quizá porque en el fondo desearían que no existieran; a otros les da por poner pegas a cada fórmula y se dedican a hacer campeonatos de tiquismiquis sobre los modos para despistarnos del fondo. Ahora llegan a España las mujeres de Femen, que son de las que protestan a pecho descubierto, y más de uno se va a quedar obnubilado en el envoltorio, sin entrar a valorar los contenidos. Por desgracia, hoy es necesario salirse fuera de los cánones para hacer visibles los mensajes de desacuerdo, así que no caigamos en el error de descalificar las formas pacíficas de contestación y reflexionemos sobre cuánta razón (o sinrazón) hay en el fondo de cada protesta.


Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 14 de octubre de 2013.

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