Linares y Murcia están casi en el
mismo paralelo y distan solo 220 km en línea recta. Entre ambas localidades se
encuentra la Sierra de Cazorla y los navegadores de los coches te aconsejan que
vayas dando un rodeo por Granada y recorras 382 km en más de 4 horas. Si
quisieras ir en tren no puedes seguir ese itinerario, porque la capital de la
Alhambra lleva más de dos años sin tren de ningún tipo, así que tienes que
enfilar 140 km hacia el norte hasta Alcázar de San Juan, y hacer allí transbordo
hacia Murcia para acabar recorriendo más de 450 km en casi 5 horas.
No he elegido al azar estas dos
ciudades como título de este artículo: quería pasar por alto, al menos durante
algunos días, ese otro lugar geográfico que inunda tres cuartas partes de los
telediarios. Pero también he reparado en ellos porque en Extremadura tenemos
algunas cosas en común con lo que sufren ambas ciudades. Murcia es, junto con
Extremadura, la única región que seguía sin contar con vías electrificadas
(aunque ellos las van a tener ya mismo), y Linares tiene unas altísimas cotas
de desempleo que no difieren demasiado de las de algunas zonas de nuestra
región.
Y aquí se acaban las similitudes,
porque lo que viene después es bien diferente. Silenciados por los medios de
comunicación, sepultados por el vendaval de noticias procedentes del nordeste,
los vecinos del barrio de Santiago el Mayor en Murcia se han levantado frente a
una injusticia histórica que lleva camino de perpetuarse. Una barriada partida
por la mitad desde hace décadas y que ve que las obras de modernización del
ferrocarril no tendrán ni un céntimo para el tan ansiado soterramiento de los
raíles. Como ya ocurriera en el barrio burgalés de Gamonal, los murcianos han
recibido poco diálogo y muchos palos en las espaldas, pero estaban allí,
defendiendo algo sensato frente a unos políticos que los ignoran y que deben
pensar que al otro lado de la vía hay poco glamour
y demasiada gente corriente.
Los de Linares han sido capaces de
sacar a la calle a la mitad de una población de 58.000 habitantes porque están
asolados por unas cifras de desempleo de escándalo y, lo que es peor, sin
apenas esperanza de un futuro mejor. No se me hace extraño lo ocurrido en
Linares o en Murcia, ya que aquí tenemos problemas parecidos o peores, pero sí
que admiro la capacidad de levantarse y de hacer copartícipes de sus reivindicaciones
a muchos vecinos. No sé si las protestas les traerán soluciones rápidas a los
problemas que tienen planteados, pero viendo las imágenes parece que han
aprendido una lección de la que deberíamos tomar buena nota por aquí cerca: que
tomar conciencia de que merece la pena juntarte con tus iguales y luchar por el
bien común es el primer paso para mejorar la vida de quienes te rodean. Y
tenemos unas cuantas citas en la agenda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario