Hace casi trece años empecé a usar todos los días y he seguido
al detalle todo el devenir de las promesas del ferrocarril en la región, me he
informado de cómo funcionan los trenes en medio mundo, de los modelos de
desarrollo de unos y de otros. En Extremadura ha costado muchísimo que la
reivindicación del tren se hiciera eco más allá de lo que dos o tres pudiéramos
escribir en los periódicos y de lo que unos cuantos colectivos clamaban sin ser
escuchados por las autoridades regionales o centrales. Es imprescindible
recordar que en esos tiempos sí que hubo colectivos que
defendieron la reapertura de la Vía de la Plata, que lucharon por mantener
el carácter público del servicio, que reclamaron que las vías y los
servicios llegaran a más población y que exigieron que los nuevos trazados
respetaran el territorio. Y durante mucho tiempo estuvieron solos y fueron
absolutamente ninguneados. Hay que decirlo.
El Pacto por el ferrocarril no fue lo que muchos hubiéramos
preferido. Me habría encantado que hubiera sido la sociedad civil la que hubiera abierto el camino en este
desierto de lucha reivindicativa masiva en el que se ha convertido Extremadura
(y del que algunos se han beneficiado). Pero también hay que decir que fue un
logro que ese pacto no acabara reclamando en portada “un AVE como el que tienen
todos los demás”, que es algo que me he cansado de escuchar a muchos de los que
se han subido a última hora a este carro de la reivindicación del tren. Los que
estamos informados de lo que ocurre en Portugal con el tren sabemos que en las
próximas décadas no hay ni una sola intención de poner en marcha un proyecto
con tecnología TGV en dicho país, y es algo unánime. Los 313 km que separan
Lisboa y Porto se hace en 2 horas y media por 30€. Si algún día llega a
Extremadura un tren con prestaciones más que dignas (electrificación, doble
vía, ERTMS y velocidades punta de 250 km/h), se podrá hacer el trayecto Madrid
Lisboa en menos 5 horas, la mitad de que hoy tenemos. Y en Portugal creen que
ni es necesario ni se pueden permitir una inversión tan dañina para el
territorio y con tan poco beneficio social. No habrá interés en Poner un AVE
hasta la frontera en el horizonte
Pero quiero volver a lo que me ha propiciado este escrito. A la
división que la manifestación del 18N en Madrid pudiera estar produciendo entre
quienes hemos defendido siempre un tren útil, moderno, accesible, social,
integrador y vertebrador del territorio. El miércoles pasado expresaba mis
dudas en el artículo de HOY
y decía que era una protesta que no estaba exenta de contradicciones. Entiendo
los argumentos expresados por Ecologistas en Acción, que desde
siempre ha mantenido su posición con razones muy sólidas. Algunos hemos
mantenido a nivel particular que había que estar en ese pacto por el
ferrocarril para lograr que toda la sociedad extremeña fuera consciente del
problema (porque desgraciadamente no era así), a sabiendas de que esa
unanimidad se rompería en el momento de poner sobre la mesa qué entendemos por
un tren digno.
Ya ha pasado. El 18 de noviembre se ha celebrado, ha ido gente,
los políticos se han subido al escenario porque creen que son los más
importantes de la sociedad civil y nos hemos vuelto cada uno a nuestras casas
para preguntarnos ¿y ahora, qué? Hubiera preferido que estuvieran los políticos
junto a la gente y no delante de la gente (la ironía hizo que llegaran los
últimos) pero si no hubieran aparecido qué habría pasado: ¿también se lo
habríamos reprochado?
Ahora queda lo más difícil: conseguir convencer a la población que
el
tren que necesitamos no es el que defendían algunos de los que fueron a esa
manifestación. Y si para eso ya salimos divididos desde el principio los que
creemos que no es el AVE la solución, estaremos acumulando puntos para perder.
Por eso he querido extenderme tanto y explicar que, a pesar de todo, sí que era
importante dar a conocer a todo el mundo que en Extremadura hay razones para
pedir un tren en condiciones. Pero esto no acaba aquí sino todo lo contrario.
HOY EMPIEZA TODO en esa lucha y me temo que tendremos que estar al lado de
algunos de los que (con sus buenas razones) no estuvieron el 18N en Madrid y
alejarnos de otros que estuvieron allí con mucho oportunismo y sin creer en el
ferrocarril público, social, ecológico y vertebrador que nos es imprescindible.
*No sé la autoría de la foto, pero me ha encantado ver a amigos y amigas con esta pancarta, que es la que hubiera llevado a Madrid si no me hubiera tocado trabajar.
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