Me
gustaría conocer Islandia y recorrer sus paisajes durante un luminoso mes de
junio. Sabemos muy poco de ese país: tiene la mitad de los habitantes de la
provincia de Badajoz y le plantó cara a los banqueros corruptos y a los
causantes de la crisis como nadie supo hacerlo en el resto del mundo. La semana
pasada volvió a las noticias por la aprobación de una normativa que pretendía
hacer efectiva la igualdad de salarios entre mujeres y varones.
Y no
es que en Islandia acabe de morir el último rey vikingo de la edad media,
puesto que esa igualdad teórica ya estaba amparada en la legislación desde hace
varios años. Lo que ha ocurrido es que se han dado cuenta de que lo que está en
los papeles no había bajado a la realidad y no se plasmaba en cada nómina.
Imagino que en ese país se habrán acostumbrado a hacer algo que deberíamos
copiar y que consiste en evaluar las leyes o los proyectos cuando llevan cierto
tiempo en vigor. De nada sirve tener los decretos mejor redactados del mundo si
no hay manera de ponerlos en marcha o garantizar su cumplimiento.
¿Es generalizado
ese incumplimiento de las leyes? Evidentemente no. Todo depende de quien sea el
beneficiario o el perjudicado. De todos es sabido que la ley del embudo suele
tener la boca muy ancha para los que están arriba y que se estrecha muchísimo
en la parte de abajo. Solo así se explica que supremos y altísimos tribunales se reúnan hasta en domingo cuando hay que sacar adelante determinados asuntos,
mientras que los artículos que garantizan derechos humanos fundamentales (y
escritos con tinta en las Cartas Magnas) no hay manera de que se puedan hacer efectivos porque son considerados declaraciones de intenciones que no se pueden
seguir al pie de la letra.
A
veces no se sabe qué es peor, si la rabia de no tener derechos o la humillación
de tenerlos reconocidos y no poder disfrutarlos. En Alemania acaba de tener que
promulgarse una ley que permitirá a las mujeres comprobar si sus compañeros de trabajo cobran más realizando las mismas labores, mientras que la corresponsal de la BBC en China ha tenido que denunciar en su propio medio de comunicación la disparidad salarial que (casi) siempre se inclina en perjuicio de ellas.
Comienza
2018 y lo hace con cierta esperanza. Oprah Winfrey nos hablaba durante la entrega de los Globos de Oro de un nuevo día en el horizonte y quizá ese día no
nos traiga la belleza espectacular de las auroras boreales de las tierras de
Islandia, esas que todo el mundo dice que hay que ver al menos una vez en la
vida. Preferiría no verlas jamás si, a cambio, en cada lugar del mundo
desterráramos para siempre los machismos, las violencias que generan, las
desigualdades, las discriminaciones, los menosprecios, los acosos y las
injusticias que sufren y han sufrido nuestras madres, hijas, hermanas y
compañeras. No es poco.
1 comentario:
Me encanta el artículo. Define perfectamente una situación frecuente, que los proyectos no se analicen y evalúen, simplemente se desechan y se proponen otros
Publicar un comentario