El 28 de abril sabíamos que nadie iba a hablar de pactos para la
formación del gobierno central hasta después del 26 de mayo. Hoy ya han pasado
tres días de esta fecha y lo que parecía más factible antes de las elecciones
europeas y municipales puede verse relegado en función de jugadas a tres bandas
(o más) en las que se puede intercambiar casi todo.
Tener una posición centrada en el arco parlamentario te permite
elegir compañeros de baile a diestra y siniestra, con la salvedad de que hay
que intentar mantener cierta coherencia y no proponer un cambalache en Madrid
al mismo tiempo que se sigue actuando como si en la Junta de Andalucía no estuviera
pasando nada.
La irrupción de la extrema derecha ha supuesto una nueva ruptura
en el arco parlamentario del centro derecha, que hasta 2011 era de una sola
pieza y ahora se ha partido en tres pedazos que se vuelven a juntar rápidamente,
sin apenas remilgos, para evitar gobiernos de izquierda. Ya vimos en Andalucía que
la negativa de los partidos democristianos y liberales europeos a compartir
poder con quienes abogan por políticas xenófobas no era vigente por estos
lares: todo se solucionaba con un pacto con intermediario, donde Ciudadanos no
da la mano a Vox y es el PP el que pacta con ambos como si los otros dos no se
conocieran de nada
Ahora aquella cantinela de “la lista más votada es la que debe
gobernar” se ha dejado de interpretar en los karaokes de Ayuntamientos y Comunidades
Autónomas. Es el propio PP, que incluso quiso modificar la legislación cuando
le perjudicaba, quien anda buscando tripartitos camuflados que le den alcaldías
en Cáceres, Badajoz, Madrid y muchos más sitios.
Por su parte el PSOE, una vez conocidos los resultados del 26M, se
plantea no hacer caso del “con Rivera no” de la noche electoral y formar Gobierno
con el apoyo del mismo Rivera de la canción, aquel que no dejaba hablar a
Sánchez en el segundo de los debates televisados. Habrá que imaginar que el precio de girar a
la derecha en contra de su electorado será gracias a una recompensa golosa,
como devolver a Susana Díaz la Presidencia de la Junta de Andalucía u otro tipo
de canje allí donde las cifran cuadren.
Imagino que es un dilema para los de Albert Rivera, porque son
conscientes de que su electorado procede de aquellos mismos que en 2011 dieron
el poder en casi toda España al Partido Popular, y que un respaldo a Sánchez
les podría convertir, a medio plazo, en una repetición de la UPyD de Rosa Díez.
De momento solo hemos escuchado ruido sobre el tablero, los
movimientos de pequeñas piezas de colores, como los quesitos del Trivial, que
se van juntando aquí y allá para ver si se consigue la mitad más uno. De las
propuestas todavía no hemos escuchado nada porque esto, en definitiva, parece
más trueque que política con letras mayúsculas.
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