Hoy hace 15 años que comencé a usar a diario el tren en Extremadura. Unos 6720 viajes de ida y vuelta entre Badajoz y Mérida, casi 400.000 km. Podría haber dado 10 vueltas a la Tierra por el Ecuador, pero me han servido para conocer las estaciones de Guadiana, las dos de Montijo, La Garrovilla y Aljucén.
Desde 2007 he seguido el día a día de las obras de mejora del ferrocarril, aunque en todo este tiempo de la única de la que me he beneficiado es la de los trenes 598 y 599. Hemos pasado de 65 € a 104 €. Un incremento del 60% que, como pueden imaginar, no se ha producido ni en los sueldos de quienes los usamos, ni en el de los trabajadores de Renfe, ni de casi nadie. Tampoco hemos conseguido mejoras sustanciales de tiempo, seguimos sin tener sistemas de billetes digitales, ni tampoco beneficios fiscales para quienes usamos este medio de transporte (el menos contaminante de todos) en un momento crítico.
Pero ha merecido la pena. El tiempo en el tren nunca es perdido, como cantaba Manolo García. En el tren he leído, he escuchado la radio, podcasts, música, etc. También me ha servido para escribir columnas y preparar alguna clase cuando simultaneaba tareas.
Y, lo más importante: me ha servido para conocer a gente en el tren (Julio,
Gabriel, Rosa, Edurne, Belén, Candela, Isidro, Carmen, Maite, y un larguísimo etcétera),
para reencontrarme con gente que ya conocía (Tino, Jesús,...) para
saludar por la calle a todos los interventores de Renfe (que estarán hartos de verme) y a otra mucha gente que no sé cómo se llaman, pero que para mí forman un apartado cómplice de la agenda de contactos que podríamos llamar "habituales del tren".
Me gustaría poder seguir usándo el tren a diario hasta septiembre de 2034 y poder disfrutar de un servicio más rápido, eficaz, multimodal y ecológico que el que tenemos. A pesar de todo, aquí seguimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario