De vez en cuando necesitamos desintoxicarnos, dejar de ingerir siempre el mismo alimento y con los mismos condimentos. Es la mejor manera de evitar el hartazgo y otras consecuencias gástricas más desagradables. Mentiría si les dijera que no me importan los resultados de ayer en las elecciones de una comunidad autónoma que, por cierto, ni es las más extensa ni la más poblada. Pero, tras varias semanas escuchando todo lo que ocurre en la villa y corte, creo que ha llegado el momento de dejar de hablar de los madriles.
Sí me gustaría, en cambio, recordar todos esos lugares y a todas esas gentes que llevan meses sepultadas por el mismo asunto monotemático. Hace poco naufragaron y murieron un centenar de personas en el Mediterráneo. Sí, me dirán que uno más, pero las personas fallecidas eran únicas y tenían familiares y amigas que las amaban como a nada en el mundo. Contaba la periodista Helena Maleno que si hubiera sido un accidente de avión, habríamos visto a los ejércitos de mar y aire de varios países rastreando para encontrar víctimas, habrían entrevistando a psicólogos atendiendo a las familias y habríamos contemplado funerales de Estado en cada una de las naciones de origen.
También me gustaría saber cómo va el proceso electoral de Perú, que se aproxima a una segunda vuelta en la que se enfrentan Keiko Fujimori, la hija de aquel dictador corrupto del que echaba pestes Vargas Llosa, frente a un maestro rural que ha ganado la primera vuelta. Lo único que se oye es que el autor de “Conversación en la Catedral” prefiere a Keiko antes que a Pedro Castillo, que es como se llama este profesor.
Poco nos llega de Colombia, donde la reforma tributaria de Iván Duque ha llevado a la gente a las calles y una feroz represión policial ha causado 19 muertos, y hasta hace poco ignorábamos que en la India está muriendo la gente sin hospitales, sin oxígeno y sin vacunas.
Se va acercando el verano, anuncian que habrá feria, se venden entradas para los conciertos de rock y se confía en que estando en nuestro primer mundo todos vacunados ya habremos salvado el planeta. No sé si lograremos la inmunidad de rebaño pero nos estaríamos comportando como uno si creyéramos que los males pandémicos se los puede resolver cada país en su parcelita de mundo, como si las líneas de los mapas tuvieran el efecto inmunizador de mil mascarillas y cientos de pantallas de metacrilato
Algunas noticias de las que sí nos llegan siguen siendo tristes, como la de los dos periodistas asesinados en África o la cooperante de raíces extremeñas encarcelada por Israel. Ahora nos queda que empecemos a contar las maravillosas historias humanas que se viven en muchos sitios: las de los brazos abiertos que salvan vidas en el mar, las de quienes dedican su tiempo libre a ayudar a los más necesitados de los barrios, las de quienes resisten en los pueblos al éxodo rural. En el mundo, en España, pasan cosas más interesantes que en ese centro de la meseta castellana que algunos creen el centro del Universo. Por eso, hoy, no hablo de Madrid.
Publicado en el diario HOY el 5 de mayo de 2021.
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