19 abril, 2023

30 grados en abril


Durante muchos años seguí semanalmente las aventuras de Goomer, una creación de Ricardo y Nacho con las peripecias de un humano que vivía en otro planeta. Recuerdo una viñeta en la que está plácidamente en una playa y ve que todos los alienígenas y extraterrestres con los que convive comienzan a recoger toallas y sombrillas. Cuando Goomer pregunta la razón de tanta prisa, le responden que es porque a las doce en punto se acababa el verano. 

Aquí nos faltan más de dos meses para que llegue el verano, llevamos varios días superando los 30 grados centígrados y a mediodía sobran jerséis y cazadoras. La semana pasada supimos que la temperatura media de los océanos en abril había alcanzado su máximo histórico y la comunidad científica nos recuerda que el problema es más grave de lo que podíamos imaginar. Esta noticia de los océanos me hizo acordarme de aquella fábula de la rana, que cuando saltaba a un recipiente de agua hirviendo era capaz huir y salvarse, pero que se quedaba aturdida hasta morir si le iban calentando el agua de la olla de manera gradual. 

También hemos sabido que no andamos sobrados de agua a pesar de las lluvias torrenciales de enero, que los embalses van bajando sus niveles –especialmente si a sus dueños les interesa especular con el precio de la luz – y que Doñana, el más emblemático Parque Nacional del sur peninsular, podría desaparecer por la codicia de quienes quieren usar sus acuíferos para unos regadíos cada vez más insostenibles. 

Quedan menos de 40 días para que votemos en todos los municipios del país y me pregunto qué se puede hacer desde cada localidad para mitigar un peligro global contra el que poco nos servirán ministerios como los de Defensa o Sanidad, porque no hay armas ni medicamentos que nos salven o curen de esta dolencia común y sin fronteras que es el cambio climático.  

En nuestras ciudades y pueblos cada vez hay más asfalto y hormigón, materiales que siempre reportan buenas comisiones, y va menguando el verdor de los jardines. En Badajoz hay un singular parque con árboles centenarios pero que está a punto de ser exterminado por las cuadrículas de los planes urbanísticos, esos que valoran más a los pisos o a los vehículos antes que a los seres vivos, y que piensan más en los rendimientos especulativos de mañana que en la habitabilidad del planeta para la juventud nacida en este siglo.  

Si consiguiéramos salvar el Parque Ascensión, Doñana o ese monte que tienen cerca de su pueblo y que arderá este verano o se convertirá en una mina en otoño, estaríamos colaborando para garantizar el futuro de la humanidad. Goomer pensaba que el invierno no podía llegar de repente, pero en la siguiente viñeta todo se cubría de nieve. No nos ocurrirá lo que dibujaron Ricardo y Nacho hace más de 30 años, pero tantos días de abril a más de 30 grados sí que nos acercan a la situación de la rana en aquella fábula: cuando nos demos cuenta de los peligros que nos acechan, puede que sea demasiado tarde. Así que empecemos sin demora. Allá donde vivamos. 

Publicado en el diario HOY el 19 de abril de 2023


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