Todos los años tienen un 25 de abril y en algunos lugares se celebra de una manera especial. Portugal e Italia, dos países europeos con muchas similitudes al nuestro, vinculan esa fecha con el día de la liberdade y de la liberazione, palabras que no necesitamos traducir porque, como dijo Raimon en su mítico concierto de Madrid en 1976, todos hablamos un latín más o menos distinto.
En Italia su 25 de abril recuerda el día de 1945 en el que las principales ciudades del norte del país fueron liberadas de 20 años de dictadura fascista, mientras que en Portugal conmemoran un levantamiento militar de capitanes en 1974 para poner fin a cuatro décadas de Salazarismo. En Italia fue necesaria toda una guerra mundial con millones de muertos, pero nuestros vecinos pusieron claveles en las bocas de los fusiles y el saldo de fallecidos no pasó de cuatro personas.
Ambas fechas tienen sus bandas sonoras musicales: el Bella Ciao se convirtió en el canto de los partisanos que luchaban por la libertad y la cantiga de Zeca Afonso, radiada a la medianoche, fue la señal para indicar el día señalado. Grândola, Vila Morena y la archiconocida canción italiana se han convertido en himnos para quienes se levantan y luchan frente al autoritarismo, la exclusión y las nuevas formas de fascismo, que aunque cambien de formato siguen manteniendo buena parte de sus esencias.
Aquí no tenemos ni una fecha absolutamente unánime, ni una canción sin reparos para recordar el día concreto en el que todo lo tenebroso de la dictadura dio paso a un momento de luz radiante de alegría. Tampoco tuvimos un proceso de verdad, justicia y reparación, ya que nunca era el momento. Bastantes años después de 1975 seguía siendo importantísimo conocer los nombres y predicamentos de cada capitán general de cada región militar, no se depuraron responsabilidades por los crímenes de la dictadura y hoy está en peligro incluso recuperar la memoria histórica de todo lo acontecido, que algunos prefieren que quede sepultado para siempre.
La semana que viene se cumplen 50 años del 25 de abril en Portugal y en Extremadura se vivió muy de cerca, como atestiguan las hemerotecas de este periódico y cuya lectura es una fuente inagotable de curiosidades, en un momento en el que no se hablaba de acto de liberación sino de golpe de Estado. Tanto en Italia como en Portugal sus sociedades cuentan hoy con un amplio porcentaje de población que se decanta electoralmente por posiciones más comprensivas con los que históricamente fueron opresores y dictadores que con los movimientos, símbolos y efemérides que recuerdan el triunfo frente a las posiciones autoritarias y por la recuperación de las libertades.
Si ha ocurrido allí, también nos puede pasar aquí, también puede extenderse una banalidad del mal que nos impida ver los peligros que suponen la negación de la historia, la manipulación de lo ocurrido, la aceptación de la discriminación y la exclusión de los diferentes como una opción legítima. Me gustaría tener aquí un 25 de abril claro y nítido como en Portugal o Italia. Mientras llega, celebraré y cantaré esta fecha como si fuera propia. Así la siento.
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