Si hay algo que saque de quicio a quienes creen en la racionalidad es el corporativismo ciego que hace que, por principio, los colegas de profesión nunca se equivoquen. Esta particular manera de ver las cosas provoca que cualquier crítica o denuncia a un compañero de profesión sea interpretado como un ataque a todo el cuerpo. Viene esto a cuento porque el pasado miércoles se manifestaron en Barcelona miles de mossos d’esquadra que pedían la dimisión del consejero catalán de interior y decían hacerlo en defensa de la dignidad de sus compañeros. Si uno no supiera nada de la trastienda del asunto podría pensar que es una reivindicación justa, pero resulta que la indignación de los manifestantes viene originada por la instalación de cámaras en una comisaría que nos han mostrado una paliza a un detenido y una chica rusa abofeteada, esposada y con 38 hematomas. Por fin hay un responsable policial que cumple con una de las recomendaciones que desde hace años reclaman organizaciones como Amnistía Internacional, la de instalar cámaras en las comisarías para garantizar que no existen malos tratos y para defender a los policías de las denuncias falsas que se pudieran producir. Pero cuatro mil policías están molestos porque creen que su jefe ha propiciado el descrédito del cuerpo cuando destapa casos aislados de malos tratos y no se indignan con esa minoría de sus compañeros agresores, que son quienes realmente están desprestigiando a la policía catalana con unos modos que, desgraciadamente, no están desterrados. Por lo que se ve, la enfermedad del corporativismo tiene difícil cura. http://javierfigueiredo.blogspot.com/
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 11 de junio de 2007
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