Antes se dejaba un margen de cien días a todo político antes de empezar a despellejarlo, pero últimamente se han perdido las costumbres: Acebes arremetió contra el nombramiento Fernández Bermejo a los pocos minutos de saberse la noticia. Se empezó por tildar de incompetente o mala persona, pero fue hace una semana cuando escuchamos por primera vez el calificativo de homicida referido al científico Bernat Soria, que acaba de asumir la cartera de Sanidad. Le llega el insulto a cuenta de sus investigaciones con células madre para lograr que los diabéticos puedan tener una vida de mayor calidad. Lástima que esa vida humana le importe poco a los fundamentalistas. Y viene esto a más a cuenta que nunca porque es la investigación con embriones uno de los dos aspectos por los que los conservadores rechazan una asignatura que eduque a la ciudadanía como seres tolerantes con las opiniones ajenas. Miren ustedes: me parece muy bien que unos no quieran hacerse transfusiones y que otros no coman cerdo, pero lo que no podemos permitir es que los principios de unos nos hagan desangrarnos o nos impidan apreciar el sabor del jamón. Estamos rodeados de fanáticos religiosos que propugnan escuelas con segregación social y de género, que se escandalizan cuando se les obliga a enseñar todos los derechos humanos - incluso los que tienen las personas homosexuales- y que se sitúan a la altura del más intransigente de los imanes. Si hay quien llama poco menos que asesino a un importante científico es porque a alguien, en su casa o en la escuela, no se le enseñó a respetar los puntos de vista ajenos. Ahora podremos cambiarlo. http://javierfigueiredo.blogspot.com/
Publicado en EL PERIÓDICO EXTREMADURA el 16 de julio de 2007
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