31 mayo, 2010

Ser y parecer


Hay verbos a los que llaman copulativos, que sirven para unir a un sujeto con un atributo, que es quien aporta la sustancia significativa. Cuando decimos que Camps es corrupto o Zapatero parece desconcertante, lo de menos es el verbo. Siempre había pensado que lo importante era ser algo, pero el entramado mundial se ha decantado por dar prioridad al verbo parecer. Hay quienes guardan un tesoro en su interior y son incapaces de darlo a conocer y comunicarlo. Y claro, como toda esencia que no se muestra ni se alardea se convierte en la nada absoluta, es por lo que han ido apareciendo gabinetes y asesorías de imagen que se encargan de que lo existente se visualice (es el verbo que usan y no sé de dónde lo han sacado). La técnica de crear espejismos alcanza su punto culminante y es llevada a extremos insospechados mediante la venta de humo al por mayor y al detalle. Así nos encontramos ante hechos desconocidos o realidades ignoradas, frente a Shows de Truman edificados por redactores de frases hechas, por fabricantes de titulares impactantes y propaganda que penetra con facilidad en las mentes anestesiadas por fútbol, cotilleos y personajes televisivos de encefalograma plano. La apariencia atraviesa transversalmente desde los palacios reales hasta los barrios humildes, en los que familias que no llegan ni a mileuristas piden cuantiosos créditos para vestir a sus hijos pequeños de marinerito o de novia, invitar a banquete, y mostrar un poderío tan efímero como un domingo de mayo. Hoy Hamlet cambiaría su pregunta retórica entre ser y parecer, pero se decantaría por lo último. Sin dudar un segundo.

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